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jueves, 21 de abril de 2005
Jueza Rectora Oradora de Orden en el 195° de la gesta de Inedependencia
Palabras de la Juez Rectora Ana Yldikó Casanova Rosales en conmemoración del 195° Aniversario de la Independencia de Venezuela, acto celebrado en la sede de la Alcaldía Municipio Junín del Estado Táchira.
 
Quiero agradecer a la Cámara Municipal, la designación de que soy objeto, como Oradora de Orden, en esta sesión solemne, que conmemora los 195 años del 19 de abril.



Amigos todos,



Al decir de Indalecio Liéviano Aguirre en su libro Bolívar, de la Academia Nacional de la Historia.



¿El día 19 por la mañana, cuando el Capitán General Emparan se dirigió a las Casas Consistoriales para instalar el Cabildo, encontró el recinto rodeado de una concurrencia heterogénea, en la cual no le fue difícil percibir marcada hostilidad. Dándose cuenta de que le esperaba una seria batalla, se armó de toda la serenidad posible y entró en el salón dispuesto a obtener el reconocimiento del Consejo de Regencia, constituido por la Junta de Sevilla antes de disolverse. Pero muy pronto pudo advertir que el Ayuntamiento estaba unánimemente contra él. Cambió entonces de táctica y para ganar tiempo declaró que en su carácter de Capitán General no se oponía debidamente a la constitución de una Junta en Caracas, pero creía, para dar un paso tan grave, esperar el concepto de los comisionados de la Regencia. Luego, poniéndose en pie, levantó la sesión.

Todo indicaba que, gracias a la habilidad de Emparan, las cosa iban a terminar ahí; pero cuando el Capitán General se encaminó a la Catedral, donde iban a comenzar los oficios del Jueves Santo, Francisco Salías, uno de los conjurados, se adelantó y tomándolo del brazo le ordenó con insolencia regresar al recinto, sin que el Jefe de la guardia, complicado en el movimiento, hiciera nada para impedir el atropello. Al verse abandonado por las tropas y en medio de gentes que le miraban con hostilidad, volvió sobre sus pasos y al entrar de nuevo en el Salón del Cabildo encontró un espectáculo que aumentó su alarma: allí no estaban reunidos únicamente los miembros del Ayuntamiento, pues cinco personas extrañas aumentaban el número de los asistentes: el canónigo José Cortés de Madariaga y el presbítero Francisco José de Rivas, representantes del Clero; los doctores Juan Germán Roscio y José Félix Sosa, quienes se titulaban delegatorios del pueblo; y José Félix Rivas, personeros de los ¿pardos¿. La Junta Suprema, en la forma ambicionada por los criollos, estaba integrada, esperándolo en un silencio cuya solemnidad presagiaba las peores tormentas.

Juan Germán Roscio propuso entonces la constitución oficial de la Junta y la presidencia de la misma para Emparan; y no atreviéndose a romper totalmente con la tradición del Gobierno Colonial, dio por sentado que la Real Audiencia, órgano político del partido español, continuaría en el natural ejercicio de sus funciones. Esto era la revolución, pero una revolución respetuosa de los intereses y posiciones de aquellos contra quienes se realizaba; una revolución tímida y vacilante, que allí mismo la demagogia de un hombre arrebatado e impulsivo iba a derribar.



Y mas adelante señala:

¿No bien terminó Roscio, la voz fuerte y agresiva del canónigo Cortés de Madariaga demandó el uso de la palabra.¿Era- dice de él José Domingo Díaz- uno de aquellos hombres a quienes la naturaleza ha formado para la rebelión¿. El desconcertado Emparan fue en esta ocasión el blanco de su agresiva elocuencia. Lo acusó de pérfido, dijo a la Junta que se sentía en el deber de alertarla contra las intrigas y engaños del Capitán General y terminó pidiendo se le privara de toda autoridad. Indignado Emparan, respondió que si no deseaban su Gobierno él estaba dispuesto a irse inmediatamente y con gesto que no se sabe si era de audacia o de desconcierto, se asomó al balcón y preguntó al público reunido en las afueras del recinto si estaba contento con su mando.

En ese momento Cortés de Madariaga, poco seguro de la fidelidad de los concurrentes al movimiento revolucionario, hizo seña a algunos de los conjurados y éstos comenzaron a gritar: ¡No! ¡No! ¡No! Se formó entonces un tumulto que Emparan consideró como la solicitud de su renuncia.¿Pues yo tampoco quiero seguir mandando¿, exclam
 
Autor:
  Mario Corredor
 
Fecha de Publicación:
  21/04/2005
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